Abrió la puerta del baño y vio la yarará. Cerró.
Tanto calor. Meses de seca. La casa abierta para que corriera un poco de aire mientras cortaba algunos racimos del parral.
Seguramente había entrado persiguiendo a los sapos que buscaban la humedad detrás del pie del lavatorio.
Tomó un rastrillo para asestar un golpe certero. Empuñó el picaporte y tensó el cuerpo.
La imaginó al otro lado, también preparada para todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario